Hoy Edu se fue pronto y Fritz iba de parte a parte de la casa, primero con ropa, luego con algunos objetos. Estaba preparando una maleta, ¿un viaje?
A media mañana llamaron a la puerta de la casa Juan y su madre, Julia. Fritz abrió la puerta y empezaron a hablar los dos adultos, mientras tanto Juan, aprovechando la ocasión, subió al primer piso y entró en donde, en teoría, estoy yo.
· Jorge – Dijo con voz baja.
· Dime Juan, ¿qué haces aquí?, ¿no deberías estar en el cole?
· Te he traído un walkie cargado. – no me respondió a mis preguntas pero tampoco era tan importante así que no hice más preguntas.
· Gracias, echo de menos hablar con alguien.
Juan dejó, como la otra vez, el walkie en la ventana de la habitación y yo lo recogí dejando el otro.
· Oye Juan, dile a tu madre lo siguiente. Dile que su vecina no se fue con nadie, está en su casa atrapada como yo. Debéis hacerle llegar a ella que su marido encargó que la asesinaran y que unos hombres se deshicieron del cuerpo. Asi la liberaremos.
Oí como subían Fritz y Julia a lo que Juan seguía conmigo. Hablaban de cómo adquirieron la casa, de cuando se conocieron Edu y Fritz y de varias cosas más. En un momento dado Julia le pidió ir al baño mientras que fritz siguió haciendo las maletas. Parecía tener mucha prisa.
· Jorge, ¿es verdad que estás aquí? – dijo con voz temblorosa tras cerrar la puerta del baño.
Ahora tenía a Julia y a Juan conmigo en la habitación. Seguía sin poder verlos pero sus voces parecían venir de las paredes. Aunque la respuesta era muy fácil en realidad no sabía que decir.
· Sí, estoy aquí, pero no puedo veros ahora…. – a lo que Juan interrumpió
· Mamá, está aquí pero él no puede vernos. – hubo un ligero silencio. Juan en un intento por demostrar lo que decía dijo - Jorge, pon el walkie sobre la ventana
Y así lo hice. A sus ojos el walkie a pareció de la nada provocando una gran sorpresa en Julia.
· Por Dios!!! – espetó.
· Ya te lo dije mamá, ¿lo ves? … él no se fue – insistía Juan, con cierta alteración.
Oía levemente como Julia lloraba, aunque lo intentaba disimular haciendo un esfuerzo:
· Yo creí que me habías dejado, mi marido me dijo que vio como te ibas.
· Yo no me fui, está claro – redundé en la conclusión.
· Dice Jorge que no se fue - repitió Juan
· Yo no he oído nada – Su madre no podía oírme como sí lo hacía Juan.
· Dile a tu mamá que no recuerdo nada desde que estoy aquí. No sé ni … - Juan volvió a interrumpirme.
· Dice que no recuerda nada.
· Dile que no sé ni siquiera si soy Jorge – y recogí el walkie de la ventana
· Dice Jorge que no sabe si es Jorge – repetía
Unos ligeros golpes rompieron nuestra conversación. Era Fritz que parecía impaciente.
· ¿Todo bien? – preguntó Fritz
· Si, si.. ya salimos – Contestó Julia.
Salieron y dando las gracias bajaron con Fritz, despidiéndose en la puerta. Fritz terminó de preparar la maleta y la metió luego en su coche.
En cuanto llegaron a su casa, Julia y Juan me llamaron.
· ¿Jorge? – era Julia, con voz suave.
· Dime Julia. – contesté
· ¿Julia?.... ¿Quién es Julia? – contestó ella.
No me acordaba que esos nombres, salvo los de Fritz, Edu y por supuesto Juan, me los inventé yo.
· Me llamo Sofía. – hicimos un nuevo silencio. En mi caso, intentando recordar ese nombre en ella, pero nuevamente fue en vano.
· Lo siento Sofía, no recuerdo … no te recuerdo – y de nuevo otro silencio algo más largo.
· ¿Desde cuándo estás ahí? – preguntó.
· Pues desde hace unas dos semanas. No puedo irme de aquí..
· ¿Por qué?
· Porque no recuerdo nada… y para irme debo recordar cómo fue mi muerte.
Julia, bueno, Sofía me habló de quién era Jorge, del amor que se tenían. A pesar de estar casada con Luis, bueno, Juan (padre) se enamoró de Jorge, el anterior dueño de esta casa donde me encuentro.
Me contó que llevaban un año como amantes y que ella pensaba dejar a Juan (padre) para irse con Jorge a no sé dónde… y empezar una nueva vida.
Me habló de Juan (padre), de su carácter, de su agresividad y poco cariño. Sin previo aviso cortó su historia de repente con:
· Me gustaría poder ayudarte – dijo Sofía.
· Y yo que lo hagas – respondí sinceramente. - podrías empezar por tu vecina a la que yo llamo María.
· Abandonó al Sr. Lorenzo hace unos días – se apresuró. – y se llama,… se llamaba Margaret, es inglesa, era. – se rectifió.
· No, Sofía, no se fue. Su marido contrató a unos hombres que la asesinaron de dos tiros en su propia casa. Ahora ella está atrapada como yo, sin saber lo que ocurrió porque tampoco recuerda nada.
· Y tú… ¿cómo lo sabes?
· Vi dos fuertes brillos que al principio creí que se trataban de unos flashes de fotos, luego vi salir a 3 hombres que se llevaron algo grande. Desde entonces está en la ventana de su habitación mirando a la calle. Triste.
· Su marido nos dijo que le había abandonado – comentó – No creo que la policía me crea si se lo cuento.
· A mí no me interesa que su marido pague por ello, quizás algún día se encuentre atrapado como yo lo estoy ahora o lo está su mujer. Lo que quiero es que le hagas saber a ella cómo murió. Cuéntaselo.
· Lo haré.
· Ahora!! – ordené con voz firme
Hubo un silencio y tras unos segundos vi como salía por la puerta de su casa en dirección a la de su vecino… llamó a la puerta, pero allí solamente estaba Margaret, sin poder salir de su habitación.
Julia volvió a la suya pero ya no me habló por el walkie. Su marido había llegado del trabajo.
María… Margaret, seguía con cara triste mirando por la ventana. Estaba sola en casa, su marido no pasó la noche ahí.
Y así me volví a mi rincón, con el walkie entre mis manos, esperando una voz.